Hace unos años, hablar de energías renovables era como abrir una puerta hacia el futuro, hacia un mundo inhóspito y desconocido. Por fortuna, tanto en factores medioambientales como económicos, éstas han conseguido ir ocupando un lugar preferente para hacer más sencilla y eficiente la vida de los usuarios.
¿Sabías que, en el último año, la instalación de megavatios en España se incrementó en un 94%? Estos datos que nos ofrece la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) nos invitan a ser optimistas y a darnos cuenta de que estamos ante una esperanzadora realidad. En 2018 se implementaron en nuestro país 261’7 megavatios de potencia fotovoltaica, 126’7 más que en 2017.
No cabe duda que en los últimos años se han generado una serie de circunstancias que han impulsado al crecimiento del sector:
- La reducción de costes de producción en un 80% en la última década.
- Ahorro energético y optimización financiera de las empresas que apuestan por este modelo de energía.
- Seguridad y estabilidad obtenida a raíz de la aprobación de la nueva directiva europea de Energías Renovables.
- Ayudas económicas de las comunidades autónomas al autoconsumo industrial y residencial.
- Derogación del impuesto al Sol, decretado en octubre de 2018 por el Gobierno Central presidido por Pedro Sánchez.
Es cierto que tanto la fotovoltaica como la térmica dependen de la radiación solar, aunque las aplicaciones técnicas de ambas presentan diferencias importantes:
- Método de almacenaje: La energía solar fotovoltaica se centra en el uso de baterías, mientras que la térmica es almacenada en depósitos de agua.
- Producción: En función del uso final que tenga nuestra instalación apostaremos por una u otra. La térmica transforma la luz solar absorbida en calor, que será utilizado para calentar fluidos o generar electricidad. Por su parte, la fotovoltaica transforma directamente la luz solar en electricidad.
- Usabilidad: La energía solar térmica garantizará la climatización de viviendas, industrias y construcciones como piscinas, mientras que la fotovoltaica sirve para alimentar motores y aparatos eléctricos.
- Instalación: La complejidad del equipo supone que la instalación de un sistema solar fotovoltaico pueda demorarse hasta dos días, mientras que el sistema de energía solar térmica puede ser colocado en cuestión de horas.
- Mantenimiento: La instalación solar fotovoltaica es muy longeva, y salvo problemas puntuales que puedan surgir en la instalación eléctrica con el tiempo, no requerirá de un mantenimiento riguroso. Caso muy distinto es el de la térmica, que se recomienda una revisión cada año y medio o dos años, dependiendo de la zona en la que se haya efectuado la instalación y de las condiciones que incidan sobre ésta, como climatización o presencia de cal en las tuberías.
- Precio: Inicialmente, el coste de la instalación de placas fotovoltaicas era más elevado, aunque actualmente el precio de ambos modelos de energía solar se ha equiparado en el mercado.
Desde hace cinco años, todos los edificios de nueva construcción cuentan con un sistema de captación de energía solar, símbolo del cambio inminente que se está produciendo en nuestra sociedad. Un paso optimista hacia el progreso, la sostenibilidad y la eficiencia energética.
¿Hay que elegir entre térmica o fotovoltaica obligatoriamente? Dependerá de las necesidades que tengamos y del uso que queramos darle a nuestro equipo, aunque cada vez son más las personas que apuestan por ambos sistemas de energía solar para la adecuación de su vivienda o negocio.
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